Mitología Asgardiana, Parte 5: Loki

Loki, Dios del Engaño, era hijo de Laufey, rey de los gigantes de hielo de Jotunheim. Avergonzado por el pequeño tamaño del niño, su padre lo ocultó. No obstante, tras la derrota de los gigantes a manos de los asgardianos, su existencia salió a la luz. Odín descubrió a Loki en la fortaleza de los gigantes, y sabiendo que era hijo del rey Laufey, a quien él mismo había matado, lo crió como si fuera suyo.

Desgraciadamente, Loki nunca encajó entre los habitantes de Asgard y desarrolló un profundo rencor hacia su hermanastro Thor, quien poseía en abundancia las cualidades heroicas apreciadas por los asgardianos, y de las que él carecía. Celoso de las alabanzas dedicadas a Thor, Loki se volcó en las artes oscuras de la hechicería y en la maquinación de un plan para hacerse con el trono de Asgard. Tras muchos intentos, Odín perdió la paciencia y lo aprisionó en el interior del Árbol Mundo. Finalmente conseguiría librarse e ir en busca de Thor, que acabaría viviendo en la Tierra con la apariencia mortal de Donald Blake.

Thor y su hogar adoptivo, la Tierra, se convirtieron en el centro de las atenciones de Loki, quien accidentalmente precipitó la formación de los Vengadores al incitar a Hulk a la violencia. Loki nunca dejó de acosar a Thor, pero tampoco pretendió destruir Asgard, defendiendo voluntariamente el reino contra amenazas como el demonio de fuego Surtur.

Recientemente, tras el último Ragnarok, hemos podido observar unos interesantes cambios en la fisionomía de Loki: